martes, 5 de junio de 2007

¿Por qué elegir un adiestrador para loros?

La decisión de recurrir a un adiestrador.
Cuando alguien decide estrechar los vínculos con su loro, siempre suele optar por llevarle a un adiestrador. Muchos dan por hecho que a su regreso, dicho animal, estará dispuesto a dejarse coger o hablará por los codos. Nada más lejos de la realidad.

Un loro sólo obedece al que considera su líder y este mérito hay que ganárselo día a día. Es fundamental que perciba que su vida depende de esa persona y debe sentirse protegido por ella. Esto sólo se consigue si lo hemos tratado, cuidado, manipulado y respetado nosotros mismos. Por ello, no nos sirve de nada que respete al adiestrador, si a nosotros no nos ve como a sus dueños.

Tú como adiestrador
Lo que realmente funciona es que tú te conviertas en su líder. Para ello tendrás que encargarte de su educación y demostrarle que sabes tratarle, comprenderle, guiarle y protegerle. Al principio será difícil, sobre todo si muestra signos de desconfianza encrespando sus plumas, lanzando picotazos o gruñendo. Poco a poco, puedes llegar a mantener una buena relación con él, y evitar así que pase el resto de su vida encerrado en una jaula.

Uno de los primeros problemas suele ser el miedo a los picotazos. Debes evitar quitarle la mano con brusquedad si te va a picar, puesto que nunca debe notar que le tienes miedo. Con el paso del tiempo la relación se irá estrechando y la reacción de intentar picarte cuando te aproximes desaparecerá. Tenemos que tener en cuenta que nos pica para defenderse, no para hacernos daño.

Las claves del éxito
No pierdas tu tiempo, ni le tortures intentando que diga su primera palabra. Si tu loro no habla, es porque no le apetece relacionarse contigo. Ante esta situación sólo puedes proporcionarle todo cuanto necesita física y emocionalmente para que sea feliz. Si logras que él esté a gusto te los agradecerá hablando y respetándote. La paciencia es fundamental y lo más difícil es conseguir que diga su primera palabra, después el aprendizaje se acelera.

En definitiva, las claves son paciencia y cariño. Si tienes tiempo, nadie mejor que tú para adiestrarlo y enseñarle algunos trucos.

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