Diagnóstico y tratamiento
El diagnóstico más común es realizar test alergológicos para detectar de dónde proceden los agentes alérgicos. Gracias a esta prueba nuestro veterinario sabrá cuál es el causante del problema. Una vez detectada la sustancia podemos hablar de tres tipos de tratamientos.
Por último, nos quedaría la terapia farmacológica. Sólo recurriremos a esta alternativa si nos ha sido imposible encontrar la fuente de los brotes alérgicos. Los medicamentos más empleados son los antihistamínicos, antinflamatorios, los ácidos grasos esenciales y los glucorticoides. Con éstos últimos debemos ser muy cuidadosos porque tienen numerosos efectos secundarios adversos.
Un caso especial, la alergia alimenticia
Si el alergeno es alimenticio, lo normal es que las primeras reacciones se presenten durante la etapa de cachorro. Este tipo de alergia es más fácil de detectar y de controlar. Ante un brote de dermatitis atópica, la primera medida es someter al animal a una dieta hipoalergénica comercial, durante tres meses.
Si pasado este periodo sigue manifestando el problema, lo mejor es optar por una dieta casera para confirmar que el alergeno no sea un aditivo industrial. Lo normal es que en 15 días deje de rascarse, ese será el momento de ir retomando poco a poco su dieta habitual para detectar el componente alérgico.
Consejos para ayudar a nuestro perro
Esta enfermedad puede producir fuertes picores e importantes irritaciones en la piel. Para contrarrestar estas molestias, los veterinarios recomiendan baños frecuentes (una o dos veces por semana) con champú hidratante no agresivo, suplementos dietéticos con ácido linoleico, controlar la exposición a las pulgas y la ingesta de alimentos fuertes.
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