jueves, 12 de abril de 2007

Hermano Lobo (Artículo de Francisco Umbral)

Ya parece que están en marcha los derechos del perro, el gato y otros animales domésticos. En cuanto a los animales no domésticos, hace mucho tiempo que se legisla, en España y en el mundo, sobre sus derechos y sus peligros. El hombre es un animal que mata conejos y no mucho más. Pero el animal doméstico forma parte de la familia, aporta su fidelidad, su lealtad, su ternura, su instinto defensor y su instinto cazador. El perro y el gato están en la casa porque quieren, porque nos quieren. No así el canario, que esta enjaulado y en cuanto le soltasen desaparecería. Los animales afectivos, como perros y gatos, integran sus afectos en el coro general de la familia, enriquecen las relaciones e los padres con los hijos, y por eso, por lo que aportan, tienen derecho a unos derechos que siempre les han negado.

El perro aporta una amistad evidente y muy dispuesta. La amistad del gato es más discreta y elegante, como si hubiera venido a vernos un duque y se sentase en nuestro regazo. Una sociedad da la medida de su civilización por el entendimiento con estos animales. La relación con el caballo suele ser meramente deportiva. Yo tuve un caballo, una yegua que se llamaba Umbral y corría en el hipódromo de Madrid. Cuando había lluvia, yo iba a verla pese al miedo de acatarrarme, pero la que se acatarraba era aquella lluvia que perdí para siempre.

Dicen los psiquiatras y otros sabios que la relación con un animal doméstico o deportivo genera mucha afectividad, produce sedación al hombre y le libera de todas sus obsesiones y manías. Esto es absolutamente real y yo lo experimento a diario. El gato, por ejemplo, participa minuciosamente de todos los rincones y secretos e la casa. Decía José Pla que el perro busca dueño y el gato busca hogar. Es perfectamente exacto como casi todo lo que dijo Pla, porque hay escritores que no se inspiran en la fantasía sino en la exactitud. El gato es el animal mas literario de la fauna, el que mejor acompaña con sus profundos y tranquilos silencios que están despreciando la incesante parlería humana. La lealtad del perro no la ha alcanzado jamás ningún general. El perro es, según la frase, el mejor amigo del hombre. "Si quieres un amigo cómprate un perro". Quienes oyen esta frase se ríen, pero lo cierto es que oculta una vertiginosa realidad. No hay ser humano en quien podamos creer absolutamente. La sinceridad del perro, en cambio, se hace abismática por absoluta.

Ya iba siendo hora, pues, de que formulasemos unos derechos al perro, de los animales domésticos y de toda la fauna, pues que toda ella es explotada con fines comerciales, industriales, etc...

Aunque aquí hemos privilegiado los dones del perro y el gato, los especialistas saben que un tigre bien querido y atendido brinda la misma fidelidad remolona y perezosa que un gato. Yo he visto a un pobre hombre que le llevaba al zoo a su orangután preferido y un día que estaba abierta la puerta, el orangután se lanzó a abrazar a su amigo humano. Le palmeaba la espalda y le distanciaba de si para verle mejor y luego volvía a abrazarle, en un gesto social que hacemos los humanos, y que por lo visto no es social si no común a varias especies superiores. La instauración de los derechos del animal le parece a uno tan importante como la instauración de los Derechos del Hombre. Y sin guillotina.

Artículo de Francisco Umbral

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