Para cuidar de este reptil hay que tener en cuenta una serie de circunstancias que influirán en su crecimiento. La primera y principal preocupación tiene lugar a la hora de elegir el ejemplar que nos llevaremos a casa. Es preferible disfrutar de una tortuga criada en cautividad que de una capturada en el medio salvaje.
Aunque las segundas pueden ser más baratas en un primer momento, suelen presentar una serie de problemas una vez en el hogar. Es frecuente el debilitamiento del sistema inmunodefensivo por el estrés sufrido durante el transporte y los envíos, lo que les deja indefensas ante infecciones de parásitos u otras dolencias que con frecuencia terminan con la muerte del animal.
La llegada a casa
Antes de introducir en casa a nuestra tortuga, tendremos que informarnos adecuadamente de varios aspectos que nos facilitarán sus cuidados: saber de qué especie es, el lugar de procedencia, las costumbres, la alimentación... Es esencial para no cometer errores que puedan tener consecuencias fatales para nuestra mascota.
Cuando nuestro reptil llega a su nuevo hogar es aconsejable mantenerlo en cuarentena entre uno y dos meses, antes de que se mezcle con el resto de la colección, en el caso de que se posean más tortugas. Si éstas pertenecen a una especie distinta a la del nuevo ejemplar adquirido, es aconsejable mantener aisladas unas de otras para evitar la transmisión de enfermedades, ya que hay algunas contra las que una especie puede estar inmunizada, pero que, sin embargo, pueden resultar letales para otra variedad. El no mezclarlas también se refiere a la reproducción, puesto que nos exponemos a una descendencia con deformaciones u otros problemas.
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