Pequeño pero con brío
La aparición del poni americano es bastante reciente en comparación con la de otras razas. Se produce en Estados Unidos hacia los años 50 de la mano de Les Boomhower, criador de esta casta, nacida a partir de un semental de Shetland y una yegua de Appaloosa.
El potro que resultó de ese cruce es el que conocemos actualmente como poni americano. Un ejemplar que, sin duda, ha crecido en popularidad y aceptación por ser apacible y fácil de entrenar. Por tanto, es perfecto para los jóvenes jinetes que se inician en el apasionante mundo de la equitación.
Es un caballo pequeño, cuya alzada en edad madura oscila entre 1 m. y 1,5 m. Su pelo es relativamente corto en todo el cuerpo, excepto en la cola y la crin, de la que surgen largos mechones. Manchas similares a las del leopardo sobre un fondo blanco, completan el aspecto exterior de nuestro amigo.
Algunos consejos útiles
Esta raza necesitará un lugar amplio para vivir, para lo que se dispondrá una cuadra espaciosa que le evite estresarse y le permita descansar. Se considera adecuada una dimensión aproximada de 3 m², aunque si disponemos de más amplitud, él se sentirá mucho más cómodo.
Otro dato esencial es el cuidado a conciencia de las patas de nuestro poni. El herraje que utilicemos debe ser el adecuado para su tamaño, además de controlarlo muy bien para no tener sorpresas. Su limpieza es una de las tareas fundamentales que, además, debe ponerse en práctica todos los días. La falta de higiene, junto con la utilización de grasas inadecuadas, son los principales elementos capaces de generar problemas serios de salud a nuestro compañero.
Por último, señalar que el forraje y el pienso son el alimento primordial de nuestro poni. Calcular la cantidad adecuada para racionarla a lo largo del día, es la clave para conseguir una alimentación equilibrada.
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