Cuando pensamos en un poni, es inevitable que venga a nuestra mente la imagen de un pequeño caballo montado por un niño. Sin duda, un potrillo puede ser muy divertido para el pequeño de la casa, además de educativo, ya que con él se pueden aprender todas las disciplinas hípicas.
Montar en un poni es una actividad desconocida para muchos. Sin embargo, conlleva muchas ventajas para nuestros hijos. Por ello, te proponemos conocer uno de los cruces más bonitos y elegantes que existen: el poni americano.
Herederos de 'Eohippus'
La aparición del primer equino se remonta a 55 millones de años. Se llamaba Eohippus y, a partir de él, se fue evolucionando hasta llegar al caballo que pudo ser domesticado hace 6.000 años aproximadamente. Sin embargo, el origen del poni es mucho más tardío.
La cuna de los potros de poca alzada se puede situar en Europa en el siglo XVII, y su cometido era servir de mascota a príncipes. Las especies miniaturizadas del caballo provienen de un cruce entre un Shetland y un Pura Sangre de pequeño tamaño. Años después se llevaron varias de las razas conseguidas hasta América, donde fueron utilizadas para transportar el carbón y el mineral de las minas.
Por lo general, un poni es un animal de gran fortaleza, de cuerpo redondeado y fuertes cuartos traseros. Además de esas características, dispone de rasgos definitorios como la docilidad y la belleza, lo que le hace aún más atractivo, tanto para los padres como para los más pequeños.
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