Entrenamiento diario
El equino destinado a las carreras comienza a entrenar cuando cumple su primer año. “Primero se le pone la montura para que vaya acostumbrándose a ella y, poco a poco, cuando se habitúan, se sube el jockey en plancha para que el caballo se familiarice con él”, informa Luis Salvador. Tiene que conocer el peso y las órdenes del que será su jinete. Si su jockey sabe montar, tendrá en sus manos un animal fácil de conducir que responderá muy bien a las órdenes.
El mejor momento para competir está entre los tres y los seis años aproximadamente. “Sin embargo, hay caballos que con dos años ya corren carreras; depende de la precocidad que tenga cada animal”, comenta el experto. Por el contrario, también se encuentran equinos que con más de diez años siguen compitiendo.
Salud resentida
El entrenamiento diario y la fuerza con la que corren estos caballos acelera la aparición de múltiples luxaciones de tendones, rodilla o ligamentos. El tener las extremidades finas desencadena “lesiones complicadas que necesitan incluso de intervención quirúrgica”, informa Salvador.
Son muchas las ocasiones en las que este valioso ejemplar, tras padecer una lesión, tiene que dejar de correr carreras. Su destino pasa por la dedicación a la cacería y frecuentemente también se utiliza para concursos de saltos. El animal será trasladado a un picadero y también se podrá disfrutar de él como animal de paseo.
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“Es necesario reeducarle y tranquilizarle”, comenta el experto, “se le modificará la dieta y habrá que ir reduciéndole las dosis de avena, ya que este alimento le aporta mucha energía”. Esto ayudará a un mejor manejo del caballo, calmando su carácter. A ello hay que unir un trabajo regular y una adaptación a su nueva silla y a su nueva vida.
Además, esta casta sufre cólicos gastrointestinales con más frecuencia que otras razas. Los cólicos son muy peligrosos porque pueden llegar a producir la muerte del animal. Para evitar que sufran esta dolencia “hay que llevar un control, por lo que es aconsejable darles de comer poco y a menudo”, asegura Luis Salvador.







Ojos: medianos, oscuros, brillantes, dirigidos hacia adelante con una expresión muy inteligente. No prominentes. El borde de los párpados debe ser oscuro.
Pelaje: pelo en todo el cuerpo, moderadamente largo, completamente recto (no ondulado), brillante; textura fina y sedosa, no lanosa. Largo en caída en la cabeza. Color fuego dorado intenso, más oscuro a los lados de la cabeza, base de las orejas y sobre el hocico, en donde debe ser muy largo. Fuego o dorado en la cabeza sin llegar al cuello. El color del pelaje suele ser azul acero oscuro (no azul plateado) extendiéndose del occipucio hasta la raíz de la cola, nunca combinado con leonado, bronce o pelo oscuro. Pelo leonado intenso y abundante en el pecho. Todos los pelos fuego dorado deben ser más oscuros en la raíz que en la parte media y más claros en las puntas.
Su primera aparición en una exposición canina tuvo lugar alrededor de 1880, e inmediatamente encontró una gran aceptación en el público. Actualmente ocupa el primer lugar en las razas inglesas, y es uno de los perros de compañía más difundidos en todo el mundo.
Un buen número de infecciones bacteriológicas pueden ocasionar lesiones en los ojos. Las salmonellas y, particularmente, la Salmonella typhimurium y Salmonella arizonae, se conocen por ocasionar severas conjuntivitis purulentas y oftalmitis, además de ceguera. Frecuentemente, los pollitos son infectados por transmisión directa de las reproductoras a través del saco vitelino o mediante el contacto a través del ombligo. 






